Ayuntamiento de Fuenmayor

Puedes escuchar audioguías en diferentes idiomas en este enlace en el que también podrás realizar una visita virtual a la ermita del Carmen.

 

En Fuenmayor, aunque tengamos el mar un tanto lejano, podemos presumir de un importante almirante al que se rinde homenaje en la estatua que le recuerda a la entrada de la iglesia y de una pequeña pero coqueta ermita dedicada a la Virgen del Carmen, una devoción también muy marinera.

Ambos, el almirante y la ermita, podemos situarlos cronológicamente en el siglo XVIII y la ermita en la carretera que va hacia la estación del ferrocarril y Lapuebla de Labarca, en el límite con la provincia de Álava, a unos dos kilómetros del pueblo.

Es una imagen muy venerada por los fuenmayorenses, sobre todo, históricamente por las mujeres, que mantienen activa una cofradía que se encarga de limpiar el templo y tener siempre alumbrado el altar.

Nueve días antes de su fiesta, la Virgen sale de su camarín para recibir en la iglesia la novena que acaba el 16 de julio, cuando vuelve en procesión a su ermita en una tradición muy arraigada entre las mujeres de Fuenmayor que la llevan a hombros.

En los últimos años se prepara después de la procesión, que comienza a las ocho de la mañana y de la misa de campaña en el parque que rodea la ermita, una comida popular que, a modo de romería, se convierte en un animado día de fiesta.

Y es que, además de su valor artístico y religioso, la ermita es un frecuentado lugar de paseo durante todo el año, rodeada de un pequeño parque con bancos, setos y una fuente que ha hecho de lo que en su día era la antigua huerta de la que cuidaba la santera, una agradable zona recreativa.

La ermita es un ejemplo de arte popular, sin afán de monumentalidad pero si de sinceridad artística. El exterior de piedra y ladrillo estucado, nos revela una construcción de una sola nave con una pequeña sacristía adosada y un sencillo pórtico de tres vanos. No tiene torre ni espadaña, tan sólo una pequeña campana que suena el día de la fiesta.

En su interior, además de la hornacina que es un pequeño y modesto altar barroco que encierra una imagen titular moderna que preside una cabecera de planta semicircular pero que no se acusa al exterior, también muy sencilla, en forma de bóveda sobre pechinas.

A ambos lados del altar, dos tallas en piedra de San Joaquín y San José, padre y esposo de la Virgen, además de un sencillo crucifijo completan el programa iconográfico.

Estas dos tallas, como la antigua Virgen titular que preside la modesta sacristía, parece ser fueron realizadas, o por lo menos retocadas, por un cantero y artista local del pueblo de nombre Trifón, lo que no deja de ser una muestra más del carácter popular de este pequeño monumento local.

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