La plaza de D. Félix Azpilicueta Martínez, conocida popularmente como "El Paseo" puede muy bien presumir de ser una de las pocas calles en este país que ha resistido a dictaduras, repúblicas, guerras civiles y casi un siglo de avatares sociales y políticos sin cambiar la placa que recuerda a todos la labor benefactora de un enamorado de su pueblo.
El nuevo espacio urbano que surge alrededor de la iglesia en el solar del antiguo cementerio. El cementerio situado, como era tradicional al lado de la iglesia, constituía un molesto obstáculo para el desarrollo urbano, por lo que a principios del siglo XIX y siguiendo las normas de la época en materia de Salud Pública, se traslada a su actual emplazamiento en las afueras del pueblo. Pronto se convirtió en el principal espacio de actividades del pueblo desplazando a "la Plaza" en la que se encontraba el Ayuntamiento (actualmente la Casa de Cultura) como centro de la vida social.
Nuestro popular "Paseo" serviría años más tarde, el 29 de febrero de 1922, para que el pueblo de Fuenmayor, recogiendo una idea surgida del entonces corresponsal de "La Rioja", Sr. Villar, tributara un homenaje popular a D. Félix Azpilicueta Martínez descubriendo una placa que daba su nombre a la hasta entonces "Plaza del Progreso" (que se había llamado "Plaza del Cementerio" o "Eras del cementerio" hasta entrado el siglo XX) recordando a todos su labor humanitaria y altruista. Los actos del homenaje consistieron en una recepción a las autoridades en el Ayuntamiento, donde se leyeron varios discursos, el descubrimiento de una placa que todavía se conserva, y un banquete en su honor al que asistieron más de 200 comensales. En la crónica aparecida el 1 de marzo, el corresponsal de "La Rioja" narraba así el acontecimiento:
"La Corporación Municipal, con un interés digno de aplauso e interpretando el sentir unánime de un pueblo, acogió con cariño nuestra espontánea iniciativa y no ha escatimado gasto ni sacrificio para llevar a la práctica con brillantez estos actos que ponen de manifiesto los delicados sentimientos de gratitud de un pueblo. Por la mañana, la población adquiere el aspecto de aquellos días de las grandes festividades; los cohetes, en el espacio, anuncian alegría; las calles están abarrotadas de personas llenas de entusiasmo; los balcones lucen colgaduras; los de la Cámara Patronal ostentan los colores nacionales; el Círculo Izquierdista tiene izada su bandera; la banda municipal, que dirige don Romualdo Izquierdo, interpretando preciosas composiciones, produce una animación extraordinaria".
En el acto institucional celebrado en el salón de sesiones del Ayuntamiento, hablaron el alcalde, don Mateo Begué, que leyó un telegrama del homenajeado excusando su asistencia (era ya bastante mayor y residía en San Sebastián, ciudad de moda en la época, aunque fallece en Fuenmayor el 17 de enero de 1927 a los 71 años) y delegando su representación en su hijo don Miguel, el párroco don Rafael Ruiz Rabanera y el corresponsal de "La Rioja". Finalmente se leyó una carta enviada por el Sr. Azpilicueta agradeciendo el homenaje y mostrando su amor por Fuenmayor. Entre otras cosas decía: "no hay encomienda, ni cruz ni título que se iguale al galardón de recibir el homenaje sencillo, familiar y cariñoso de todo un pueblo... Vaya pues mi agradecimiento y el intenso deseo de que la felicidad y el bienestar colmen todas las aspiraciones de todos los habitantes de esta querida villa".
DON FÉLIX AZPILICUETA
Aunque navarro de nacimiento (Zurucuain, Valle de Yerri, 21-2-1854), don Félix Azpilicueta Martínez siempre se sintió fuenmayorense de corazón y de obras. Casado con la hija de una de las herederas de dos de las principales familias terratenientes del pueblo (Gregoria Gonzalo Torrealba), se hizo cargo de las viñas familiares y, con una gran visión comercial y un no menor espíritu de trabajo construyó sobre ellas un próspero negocio de venta de vinos. En 1881 funda las Bodegas del Romeral, una de las bodegas pioneras del Rioja y que luego andando el tiempo, se fusionaría con la vecina "Las Veras" de Cruz García y con "Bodegas Entrena" para fundar A.G.E. Bodegas Unidas, fruto de la fusión de las firmas Azpilicueta, García y Entrena, esta última de Navarrete. Fue pionero en diversificar sus negocios y participó también en las fábricas de cemento de su zona natal y también en una de las pioneras fábricas conserveras riojanas, llamada precisamente "La Riojana", fundada en 1902 por la sociedad "Azpilicueta y Belsué".
Con una considerable fortuna, nunca se olvidó sin embargo de sus orígenes humildes y siempre se distinguió por su caridad y su generosidad, atestiguada tanto en el buen trato que parece ser dispensaba a sus obreros como en las numerosas donaciones que realizó. Parece ser que sufragó las primeras aceras que se construyeron en el pueblo.
La acción que le valió el reconocimiento unánime de su pueblo y el homenaje que puso su nombre a nuestra plaza más céntrica se produjo en 1921 cuando se desata la guerra en Marruecos, por entonces protectorado español. Don Félix, parece ser que de joven cumplió su servicio militar en África y recordando la escasez pasada entonces decidió que los mozos de su pueblo no tuvieran que repetir su amarga experiencia.
Para ello dedicó parte de su fortuna a los soldados de Fuenmayor que eran enviados al frente, dando a cada uno el jornal que ganaba entonces un peón (dos reales diarios) durante el tiempo que permanecía movilizado, aliviando la situación de muchas familias pobres que se veían privadas de brazos jóvenes que buscasen el sustento en unos tiempos de escasez.