Ayuntamiento de Fuenmayor

Estás admirando uno de los más bellos ejemplos de arquitectura civil de La Rioja con una con una espléndida fachada que, aunque sin terminar, nos muestra la pujanza económica del Fuenmayor del Siglo XVIII y aspira el aroma de historia, de nobleza y de orgullo que rebosan sus sillares.

Y entre esos aromas mezclaremos el de la canela, ya que esta calle, llamada actualmente del Palacio por ser este el edificio más impresionante que alberga, se llamaba originariamente calle de La Canela porque en ella había huertos en los que se cultivaba esta aromática planta, un nombre que se recuperó para otra calle en una nueva urbanización moderna.

Este palacio fue comenzado, aunque nunca finalizado, en el siglo XVIII por los Marqueses de Terán, rama de la familia de los Medrano, que desde siempre se han considerado señores de Fuenmayor, algo que nuestros antiguos vecinos no reconocían, lo que lo que ha implicado largos y costosos pleitos a lo largo de la historia, como el llamado pleito de la tumba, cuando uno de los Medrano pretendía presidir un funeral colocándose delante del catafalco funerario y los vecinos de Fuenmayor lo expulsaron violentamente de la iglesia.

En otros pleitos que se dirimieron en la Real Chancillería de Valladolid durante largos siglos, se dirimió la discutida señoría de los Medrano, aunque para ello los vecinos de Fuenmayor hubieron de pagar grandes sumas de dinero para poder seguir manteniendo su independencia de estos señores.

Pero dejémonos de historias, visitante, y admira este espléndido edificio con interés por los cuatro costados, pero con una fachada majestuosa, decorada con balcones y galería corrida en la planta superior en el que destaca la complejidad y simetría de la composición arquitectónica.

Se trata de una de las más importantes construcciones civiles de toda La Rioja y, aunque nunca se acabó de terminar, no deja de llamar la atención la rotundidad de su traza neoclásica y la belleza de su diseño.

Adquirido más tarde por  D. Francisco Antonio de Tobía y Ubago, un rico ganadero, perteneciente al “honrado concejo de la Mesta", serrano de Mansilla que baja a Fuenmayor y se con la fortuna amasada con sus extensos  ganados trashumantes, se asienta aquí y se hace con una amplia hacienda vitícola.

Este insigne personaje parece ser que fue, junto a las grandes y acaudaladas familias nobles que disponían de la mayoría de la tierra y la producción de vino, como los Fernández Bazán o los Neto y Benavides,  el impulsor de la Real Junta de Cosecheros de La Rioja, que se reunía en este palacio desde 1788, una sociedad económica creada para impulsar el comercio del vino y permitir su salida a los mercados nacionales e internacionales.

El rey la toma bajo su protección ese mismo año y sus estatutos fueron aprobados por el Consejo de Castilla en 1792. La Real Junta, como se le conocía, englobaba a “los 52 pueblos de la Rioja Castellana comprendidos en los corregimientos de Logroño a La Calzada con Miranda de Ebro y los de la Intendencia de Soria” y puede considerarse la primera agrupación de productores de vino de Rioja y el germen de la actual Denominación de Origen Rioja.

La finalidad de esta Sociedad era la de “facilitar la extracción del vino”, y de ahí su lema “prosperarás extrayendo” y para ello se tomarán medidas para mejorar su producción, aunque sin perder de vista el resto de la producción agrícola.

Su primer objetivo será la construcción de un camino que permita el paso de las grandes galeras (carros tirados por mulas capaces de transportar 6 u 8 bocoyes de 48 cántaras de capacidad cada uno y que invertían dos semanas en el trayecto de ida y vuelta) hasta Santander desde donde para su exportación en barco al mercado inglés.

Para ello se construyen puentes como el de Toremontalbo sobre el Najerilla que hay en día todavía se utiliza y en el que se encontraba un gran escudo de piedra de la Sociedad que hoy preside la entrada del Museo de La Rioja, se arreglan caminos como la vieja calzada romana, lo que hoy es el Camino Viejo de Logroño, en dónde aún pueden verse las losas y se construyen asilos y hospitales.

Para financiar estos proyectos, se obtiene el privilegio real del cobro de arbitrios por el uso del camino y la unificación de pesas y medidas para facilitar el comercio entre las diferentes regiones.

Esta sociedad económica, como muchas de las que a lo largo de la época de la Ilustración lucharon por la modernización de nuestro país. , consiguió con su esfuerzo abrir las puertas para la comercialización y exportación del vino de Rioja, sentando las bases de lo que hoy es la actual denominación de origen y siendo el primer precedente de un intento de organización político-económica de lo que hoy es La Rioja.

Y de todo este esplendor da fe esta hermosa y sólida construcción que sigue habitada a día de hoy por varias familias que luchan porque siga siendo uno de los mejeros ejemplos de arquitectura civil de La Rioja y uno de los símbolos del arte, la historia y la economía de nuestro pueblo.

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