Ayuntamiento de Fuenmayor

DON ANTONIO VALDES Y FERNÁNDEZ BAZÁN

 

¡Hola grumetillos! Soy Don Antonio Joaquín Valdés y Fernández Bazán Quirós Ocio y Salamanca Sierra y Llano Cuervo y Arango y aunque nací en Burgos el 25 de Marzo de 1744 y me bautizaron al día siguiente en la parroquia de San Lesmes Abad y de mi padre asturiano heredé la afición al mar que dio sentido a mi vida, siempre me considere hijo de este pueblo de Fuenmayor en donde nació mi madre y donde mi hermano cuidaba de nuestras tierras desde este palacio que tengo enfrente y que fue una de las que mi ilustre familia tenía en mi añorada patria chica.

Mis orígenes riojanos se hunden en las brumas de la historia y en el cariño que siempre me demostraron los vecinos de Fuenmayor que nunca se olvidaron de felicitarme por mis ascensos y nombramientos.

Mi madre, Rafaela Ventura Fernández Bazán Ocio y Salamanca era de Fuenmayor, aunque su madre procedía de una familia de rancio abolengo de Casalarreina.

Mi abuelo, Miguel Fernández Bazán, fue elegido en 1734 regidor permanente de nuestro pueblo y en 1738 teniente de alcalde por el estado noble y mi bisabuelo, Martín Fernández Bazán también fue elegido alcalde en las elecciones celebradas en 1687.

A lo largo de mi ajetreada vida, fui un valiente marino, llegué a ser almirante y capitán general de la Armada, ministro de Marina, de Estado y de Indias, bailío de la Orden de Malta, decano del Consejo de Estado y ya al final de mi vida, fui uno de los más destacados miembros de la Junta Nacional de Salvación durante la Guerra de la Independencia.

Cuelga de mi pecho el Toisón de Oro con el que se condecora a los grandes hombres de este país y en el Museo Naval que creé en Cartagena, aunque actualmente está en pleno Paseo del Prado en Madrid, uno de los muchos retratos que me hicieron los mejores pintores de su época, entre ellos Francisco de Goya.

Mi gran ilusión fue siempre la mejora de nuestra armada y para ello mejoré la formación de los guardiamarinas, creé los astilleros Bazán y siempre me preocupé aumentar la flota con la construcción de nuevos y mejores buques de guerra y también de fomentar las expediciones científicas, tales como la de Antonio de Córdova al estrecho de Magallanes y la tan famosa expedición de Alejandro Malaspina al mando del no menos célebre almirante Churruca.

Y puedo decir orgulloso que fui el creador de la actual bandera española cuando siendo ministro de marina allá por 1785 observé que los pabellones navales de las grandes potencias de la época, Francia, Inglaterra y España eran todos de color blanco y se confundían en los procelosos mares, por lo que convoqué un concurso del que salieron doce bocetos que presenté a nuestro rey Carlos III que eligió nuestro nuevo y flamante pabellón naval que se oficializó como bandera nacional en 1842.

Aunque mi fallecimiento ocurrió en Madrid el 4 de abril de 1816 y fui enterrado allí en presencia del rey Fernando VII con honores de capitán general, me encuentro más a gusto en esta espléndida figura desde la que os hablo, obra de los prestigiosos escultores riojanos Dalmati, también de raíces fuenmayorenses y su sobrino Narvaiza realizada en bronce en 1988.

Desde esta atalaya, siempre con la vista puesta en el lejano mar océano, paso mis horas recordando los versos con los que mi amigo y secretario Melchor Gaspar de Jovellanos recordaba su visita a este pueblo al que envié en 1795 para realizar el expediente de nobleza de sangre de mi hermano, necesario para nombrarlo caballero de la Orden de Santiago, y que llena mi boca de recuerdos tan dulces como el vino supurado con el que brindámos por este amado pueblo:

 

He aquí do fue colmada mi esperanza.
¡Oh Fuenmayor! ¡Oh plazo venturoso
de amistad, alegría y bienandanza!
¡Fértil Buicio! ¡Valle deleitoso!
¡Campos que siempre enriqueció Lieo!
¡Santa hospitalidad! ¡Dulce reposo!
Nunca os olvidaré; continuo empleo
seréis de mi ternura y mi memoria,
y aunque en vano, también de mi deseo.

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